Romería

La Romería de Pentecostés es, para toda Hermandad rociera, el momento más esperado del año y el que da sentido a su existencia. La peregrinación hasta la aldea y la Presentación de la Hermandad a las plantas de la Blanca Paloma es el acontecimiento más destacado del calendario rociero.

Primer día de Camino

La Salida

La Hermandad de Sevilla realiza, desde 2022, su salida hacia el Rocío tras la Misa de Romeros el miércoles previo a Pentecostés. Desde 1994 y hasta  hasta 2019 la salida era jueves, pero los tiempos se habían vuelto muy apretados para una comitiva tan abultada y se recomendaba adelantar la salida ante la necesidad de aumentar los momentos de descanso, tanto para peregrinos como para los animales y llegar a las paradas a unas horas más apropiadas, tanto para la convivencia como para el desarrollo de nuestros cultos. 

 Alrededor de las 8 de la mañana, la Iglesia del Salvador, sede canónica de la Hermandad, acoge a los peregrinos que se disponen a emprender el Camino hacia la Blanca Paloma, para escuchar la Santa Misa cantada por nuestro Coro.

Tras colocar el Simpecado en la Carreta de Plata, la Hermandad baja por la Cuesta del Rosario buscando el Ayuntamiento, donde la Corporación Municipal y el alcalde de Sevilla, nos reciben y realizan una ofrenda floral a nuestra titular.

Los cantes de los peregrinos arropan al Simpecado de nuestra carreta, inundando la mañana sevillana. Tras tomar la calle Hernando Colón, llegamos a la calle Alemanes, junto a la Catedral.

Las Campanas de la Giralda, emocionadas por verla, repican al paso de la Carreta de Plata hasta la Plaza de la Virgen de los Reyes, donde las carretas de bueyes nos esperan a los pies de la misma torre que lleva en su techo flanqueada por las santas alfareras sevillanas.

Seguimos hasta la Plaza del Triunfo, donde, en la Casa de la Provincia de la Diputación de Sevilla, recibimos una nueva ofrenda floral. Tras pasar por delante de los Reales Alcázares y bajar por la calle Santander, salimos dirección al Paseo de Colón y la Torre del Oro.

La Avenida de la República Argentina es el último tramo urbano del recorrido, parando antes en la Avda. Blas Infante para visitar el Cuartel de la Policía Nacional, este cuerpo realiza la última ofrenda floral a nuestro Simpecado, antes de abandonar la ciudad.

Y Sevilla llora, porque se queda sola, ya se van las carretas pal Rocío, ya se alejan tras haber cruzao el río. Y los sevillanos se despiden de ella y en lo más hondo de sus corazones desearían ir contigo. Desde aquí, por carretera, seguimos nuestro caminar.

San Juan de Aznalfarache es el primer pueblo que recibe a la Hermandad en el Camino. Su acogida ha sido, desde los inicios de nuestra historia rociera, una demostración de amor y devoción a la Reina de Las Marismas. Atravesamos San Juan y Tomares hasta llegar a la rotonda del Zaudín, con su monumento ‘Camino del Rocío’ un gran obelisco de hormigón que recuerda las antiguas señales kilométricas de las carreteras y una gran paloma de bronce que simboliza Pentecostés, el inicio del camino.

El Camino

De nuevo por carretera, y atravesando el término municipal de Mairena del Aljarafe, llegamos al camino de Bollullos para coger el carril que nos lleva hasta la primera parada de pernocta, junto al Río Pudio, termino municipal de Mairena del Aljarafe.

Desde 1974 a 2019 la primera parada de pernocta era Cuatrovitas, pero desde 2022, con el cambio del día de salida, se modificó la parada. No obstante, se mantiene la pernocta en la Hacienda de Cuatrovitas la última noche del camino, el miércoles de vuelta, frente a la Ermita de la Virgen, antigua mezquita almohade del S.XII.

En la actualidad la Hermandad pernocta en la finca ‘Olivos Quemados’ junto al Río Pudio, entre ordenadas hileras de olivos, que permiten una holgada disposición de las carriolas y carretas y ofrecen una amplio espacio para la convivencia y el descanso. 

Segundo día de Camino

Tras el alba, la Hermandad reemprende su Camino. La noche, como todas las noches del camino, ha sido especialmente intensa, pero un nuevo día nos espera.

Atravesamos el puente del Río Pudio y continuamos hasta Monasterejo hasta llegar a la finca de Cuatrovitas, para realizar un sesteo.

Tras esta parada, se continua el camino y se llega a la Hacienda de Lópaz, en cuya capilla se efectúa una parada. Después, se atraviesa la misma, buscando el eucaliptal que nos conducirá a los Pinares de Aznalcázar, donde realizaremos la segunda pernocta.

Tercer día de Camino

Tras otra noche en el camino, iniciamos el día con la ilusión de vivir uno de los momentos más emotivos durante el camino, el cruce del río Guadiamar a la altura del Cortijo de Quema.

El Quema

Al llegar este momento, los bautizos a los nuevos romeros son incontables. Cuando la Carreta entra en el agua, contenemos el aliento para ver a los carreteros conducir a los bueyes hasta la orilla y los corazones se desbordan: un año más, SEVILLA está aquí. Ole olé olé mi Hermandad, olé olé olé que bonita va.

Nos quitamos el sombrero y rezamos la Salve para después y con una sola voz, todos los romeros entonarán: quítese Vd. ese sombrero, que SEVILLA cruza el Quema.

Una vez cruzado el vado, seguimos nuestro camino por la Marisma Gallega, para ir en busca de nuestra parada de pernocta en Hinojos, la Finca El Caoso.

El Caoso

Una larga alameda de eucaliptos nos adentra en el paraíso terrenal que sirve desde 1994, y gracias a la generosidad de sus propietarios, antes nuestro Hermano Mayor Honorario, D. Gabriel Rojas y hoy nuestro Hermano Mayor D. Gabriel Rojas Fernández, de acampada para la Hermandad de Sevilla.

Misa en el Caoso

La Hacienda principal que se nos presenta majestuosa, ve al poco alterada su tranquilidad por el bullicio y la alegría de los romeros, que han encontrado el descanso tras el largo día de emociones. En el lateral de la fachada, un azulejo conmemora la primera estancia del Simpecado en El Caoso. Aún nos esperan los momentos especiales que debe deparar la mágica noche que “el duende del Caoso” nos regala cada año.

 

A media tarde la Carreta llega a la altura de la Hacienda e inmediatamente será colocada en lugar preferente. En breves momentos, comenzará la Eucaristía y en el silencio del pinar, sólo se escuchará al Sacerdote oficiar la Misa y al Coro con sus cantes y plegarias. Concluida la misma, la magia retoma el pinar y la noche; hasta el alba, estará llena de cantes.

Cuarto día de Camino

Tempranito, muy tempranito, suena el primer cohete, que retumba en el pinar llamando a los peregrinos y Manolo, nuestro tamborilero, nos anuncia con el alba que el cuarto día de Camino comienza: ¡hoy estaremos ante Sus Plantas!

Pero aún nos queda un largo caminar por el Camino de Hinojos, por donde SEVILLA se va al Rocío, con Sevilla me voy yo.

Camino de Hinojos – Puente del Ajolí

Tras abandonar la Finca de El Caoso, la Hermandad sale a la carretera y a unos 100 metros toma la denominada Raya del Gas, hasta llegar nuevamente a la carretera que cruzamos para llegar al carril que conduce hasta la Cancela de Cabeza Raza, entroncando con el camino de Hinojos propiamente dicho. Este camino es de una belleza incomparable. La marisma se despierta con el paso de la Hermandad.

A la altura del llamado Pino de los Mil Duros, hoy talado por una enfermedad y convertido en la preciosa imagen de Nuestra Madre tallada en el tronco restante, se atraviesa la carretera de Las Fresas y se sigue por el Pinar de La Encantada, hasta el Charco del Cura y la Cancela del Moralejo, desde donde directamente desembocaremos en el Puente del Ajolí.

Presentación en el Santuario

Directamente desde el Ajolí, la Hermandad se dirige a la presentación ante la Blanca Paloma en su Santuario. Los peregrinos, que aún no han parado desde que salieran del Caoso muy tempranito, ven su esfuerzo recompensado al poder verla, por fin, cara a cara. Todo sobra. En los labios, sólo una palabra: Señora.

Las gargantas del coro y de todos los hermanos no dejan de cantar para que al verla, y como dijera Anastasio Martín, allá por 1951, al ver llegar la Carreta, esa que viene, es SEVILLA, SEVILLA, no hay más que verla.

De ahí, ya emprendemos el camino hacia la Casa Hermandad. Las campanas repican con fuerza en las espadañas de nuestra fachada y por fin, desde que saliera de su Parroquia, la Carreta entra en la Capilla de la Hermandad donde permanecerá hasta el martes siguiente, cuando comenzará su camino de vuelta.

Domingo de Pentecostés

La Hermandad, representada por su Simpecado, asiste a la Misa Pontifical del Real del Rocío en la mañana del Domingo de Pentecostés. Dentro de los actos de la Romería organizados por la Hermandad Matriz de Almonte, nuestra Hermandad asiste al Santo Rosario en la noche del domingo.

Los anhelos de un año entero en breve se verán premiados. Presentamos nuestro Simpecado ante la Blanca Paloma en el eucaliptal. Es la mañana del lunes de Pentecostés. Ya ha amenecido. La Virgen que salió de madrugada, llega ahora ante nuestro Simpecado y todos lo acompañamos.

Lunes de Pentecostés

El campanil se parte llamando a todos a congregarse alrededor del Simpecado. Atrás quedaron los actos previos. Ahora le rezamos todos juntos.

Tras volver a la Casa Hermandad y dejar el Simpecado en su capilla, se empieza a recoger y preparar todo lo necesario, pues mañana martes comenzará el Camino de Vuelta, ese que a la par es bonito y triste.

El último acto de la Hermandad en la Aldea, será la convivencia del lunes por la noche.

Foto: Juan Carlos Gallardo

Camino de vuelta

Primer día de vuelta

A las 7 en punto de la mañana, el Simpecado, entronado en su carreta de plata, volverá a surcar las arenas, pero esta vez el Sol esta en otro sitio cuando venimos de vuelta. Suenan las campanillas cuando empieza a caminar y se despide de la Aldea en el Ajolí. Una nueva Salve, los vivas de rigor y a caminar: volvemos al camino.

Al igual que se hiciera en el Camino de ida, se retoma el Camino de Hinojos. Ya pasaron los tiempos de la Raya Real. Ahora, nos internamos de nuevo en ese camino de Hermandad  porque Sevilla no sabe caminar entre alambradas.

Se rodea la Cancela del Moralejo y se busca el Charco del Cura. La Carreta, adornada con flores silvestres, luce su esplendor en la mañana. Poco a poco, se avanza y se llega a la Cancela de Cabeza Raza. Después cruzamos la carretera para llegar a la llamada Raya del Gas para llegar a la parada del Caoso. La estampas del coto se quedan grabadas en la memoria, como los pinceles sobre un lienzo.

Foto: F.J. Montiel

El Caoso

El mismo carril por el que muy de mañana, en la ida, nuestra Carreta salía buscando El Rocío, nos da la bienvenida y volvemos a divisar el pinar. Ya está ahí la pará. El pinar se vuelve a llenar de carretas y carriolas y los romeros se preparan para la Misa de la tarde noche.

La noche empieza a envolvernos y los pinares nos abrazan. Hay que aprovechar los momentos, los amigos, la magia, porque hasta el año que viene no volveremos y ¿quién sabe lo que nos deparará el camino de la vida?

Segundo día de vuelta

Con pena despedimos El Caoso. Una última mirada atrás y emprendemos la marcha, esta vez, buscando el Quema. Pero antes una visita obligada a nuestra madrina, Villamanrique. Atravesar las calles de este pueblo rociero trae imborrables recuerdos. Presentamos nuestros respetos con nuestra Carreta de Plata ante la Iglesia de la Magdalena a la ‘Primera y Más Antigua’ y brotan los cantos de nuestros romeros, para después, irnos alejando con nostalgia un año más…

El Quema

No es como en la ida, para que vamos a engañarnos, pero la Hermandad sigue acompañando a su Carreta. Atrás ha quedado el bullicio y el gentío, el camino es más íntimo, más sencillo, más en Hermandad. Y en el recuerdo aquellos que, por diversos motivos no pueden efectuar la vuelta, pero de corazón están con nosotros.

La imagen de Nuestra Señora del Rocío que desde su templete vigila el paso de las Hermandades, vuelve a escuchar la Salve de Sevilla. Y después, a caminar, a seguir hacia delante. En el corazón un suspiro dejando atrás el vado, Ay mi Rocío, que lo crucemos si Tú quieres el año que viene.

El carril es largo y la hora invita ya a buscar el sesteo que nos espera en Aljobar, junto al Centro de Estudios de Aznalcázar. Tras el descanso, se reemprende la marcha, en dirección a Lopaz y posteriormente a Cuatrovitas. La última noche del Camino está a punto de comenzar.

Cuatrovitas

Torre de la Ermita de Cuatrovitas

Cae la noche en Cuatrovitas

La Carreta ha retomado su sitio de honor en la explanada. Tras la Eucaristía y mentalizados de que el Camino llega a su fín, apuramos la noche al máximo. Delante de la Carreta se congrega la Hermandad, se reza, se canta, se siente El Rocío y poco a poco, como las velas que arden delante de la Carreta, la noche se acaba.

Tercer día de vuelta

Nos alejamos de Cuatrovitas con una pena que invade el alma. La solitaria palmera nos dice adiós, hasta el año que viene, allí seguirá esperándonos. Se retoman los caminos y los peregrinos siguen fieles, incansables, acompañando a la Carreta. Por el carril, llegamos de nuevo hasta el Zaudín, donde hacemos el sesteo. El final ya se vislumbra en las caras cansadas de los romeros de Sevilla.

La Entrada

Dejando atrás San Juan de Aznalfarache y su puente de hierro, encauzamos nuevamente las Avenidas de Blas Infante y de la República Argentina. En la glorieta nos despedimos de nuestras carretas de camino, es mi carreta con flor y cadeneta y su blanco vestío, la más bonita que va al Rocío.

La alegría de los romeros se mezcla con la de aquellos que ya nos esperaban porque o no habían podido hacer el Camino completo o la vuelta. Abrazos, llantos y cantes retumban por los edificios del barrio de Los Remedios. Desembocando en la Plaza de Cuba para coger el Puente de San Telmo cruzamos el río.

A la salida del puente, giramos para pasar por delante de la Torre del Oro. Se baja por la calle Santander, buscando el Hospital de la Caridad que fundara Miguel de Mañara, donde se hace una ofrenda al Simpecado. Pasando por delante de las Atarazanas Reales de la calle Temprado, se entra en la Capilla de Nuestra Sra del Rosario para el rezo de la Salve.

Enfilamos la calle Arfe hacia García de Vinuesa, las calles llenas, los romeros apretados no paran de cantarle al Simpecado conforme se acercan a su casa. Atravesamos la Avenida de la Constitución y por Hernando Colón los corazones ya se aceleran.

Ya estamos en casa. La mole inmensa de nuestra sede del Salvador nos recibe contenta. Nos ha añorado. Parados ante la escalinata el Simpecado es descendido de la Carreta por los priostes que lo entregan a los Alcaldes de Carretas.

Los sentimientos se agolpan en el pecho, rezos, despedidas, el Simpecado entra en la iglesia del Salvador para permanecer allí hasta la próxima Romería. Y ya en el interior, la última despedida con un beso al Simpecado.

Nos vamos a casa, a guardar recuerdos en el arca rociera y sobre todo, en el alma, empezando otra vez a desgranar el calendario que acaba en Pentecostés.

Días hasta Pentecostés

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