Queridos hermanos,

En estos momentos tan difíciles que estamos viviendo, no quería dejar pasar más tiempo sin ponerme en contacto con todos vosotros. Quiero, ante todo, desearos mucha salud y, para ello, es imprescindible que cumplamos todas las medidas que las autoridades sanitarias nos están recomendando. Quiero animaros a que mantengamos la calma y, sobre todo, la esperanza.

Todo ha cambiado, todo está afectado, y la vida de nuestra Hermandad también. Como ya os anunciamos la semana pasada, nos hemos visto obligados a cancelar nuestras Misas y convivencias de los jueves, así como todo tipo de actividades y eventos.

Teniendo en cuenta la grave progresión que está teniendo en España la infección por Coronavirus, y tras la suspensión de las procesiones de Semana y Santa y la Feria, hay muchas probabilidades de que la Romería del Rocío no se celebre este año. A la espera de una confirmación oficial, y después de estudiar todas las circunstancias económicas, legales y logísticas que nos afectan con motivo de esta pandemia, el Cabildo de Oficiales reunido (de forma telemática) el pasado lunes, ha decidido que, en el caso de que se finalmente se autorizara la celebración de la Romería, nuestra Hermandad llevaría solamente la carreta de nuestro Simpecado. De esta forma prevenimos, en estos duros tiempos que nos esperan, un esfuerzo adicional de nuestros hermanos de carretas y de la propia Hermandad.

Ante estas graves circunstancias, nuevas y desconocidas por todos nosotros, y que nos obligan a este tiempo de reclusión y confinamiento, yo quiero transmitiros un mensaje de esperanza. Estad seguros de que, con nuestro compromiso, con nuestra unión y con la ayuda de nuestra Madre, la Virgen del Rocío, vamos a salir de esta crisis. Muy pronto podremos vernos, abrazarnos y disfrutar juntos de las actividades y eventos de nuestra Hermandad. Pero esto que estamos viviendo nos debe servir para reflexionar y profundizar en dos aspectos: primero, en lo pequeño y frágiles que somos en este mundo y la necesidad que tenemos de Dios y su Madre y, segundo, aprender a apreciar esas cosas tan sencillas y, a la vez, tan maravillosas de las que disfrutamos y que, quizás, no les damos la importancia que tienen porque siempre las tenemos a mano, como es la alegría, la convivencia, la belleza de nuestro Camino y la emoción al llegar, cada año, a las plantas de nuestra bendita Madre.

Quiero deciros, en estos momentos difíciles, que aquí tenéis a la Junta de Gobierno de nuestra Hermandad, y a su Hermano Mayor para lo que necesitéis. En especial, quiero acordarme de las personas mayores de nuestra Hermandad, de nuestros Platinos; estamos pendientes de ellos. No obstante, si sois conocedores de algún caso que necesite ayuda o atención en estos momentos, no dudéis en comunicárnoslo; nuestra Diputación de Caridad articulará todos los medios necesarios para atenderlo.

Y cuando esta crisis sanitaria haya pasado, que pasará, tenemos que estar preparados para abordar las posibles consecuencias económicas que traerá consigo. Es probable que muchos conciudadanos se vean afectados y pasen dificultades. En esos momentos nuestra Hermandad, y entiendo que todas las hermandades, tendremos que estar a la altura de las circunstancias para ayudar a las personas que lo necesiten.

Sin más, os animo, ahora que tenemos más tiempo en casa, a rezar y encomendarnos a la Virgen del Rocío y a su bendito Hijo. Seguro que con su ayuda e intercesión vamos a salir pronto de esta crisis.

Un fuerte abrazo a todos.

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