El pasado miércoles, tras la presentación del cartel de la Romería 2025, tuvo lugar uno de esos momentos que nos llenan de emoción y orgullo como hermandad: la entrega de las pastas del pregón a Ricardo Laguillo. Fue en nuestra Casa Hermandad, rodeados de hermanos, familia y amigos, donde Ricardo recibió este símbolo que marca el inicio del camino hacia uno de los actos más esperados del año.

La Hermana Mayor quiso dedicarle unas palabras que resumen a la perfección el sentir de todos: “De Ricardo Laguillo no hace falta presentación: todos lo conocemos, todos hemos compartido con él vivencias inolvidables, y todos tenemos aún en el recuerdo el eco de sus vivas en cada momento del camino, el entusiasmo que contagia al paso de nuestra carreta y esa forma tan personal de vivir el verdadero sentido de nuestra peregrinación.”

Hablamos con el pregonero de este año

Con la emoción aún muy presente y el compromiso ya en sus manos, nos sentamos con Ricardo Laguillo para conocer cómo está viviendo estos días, qué significa para él ser pregonero y cómo se enfrenta a esta responsabilidad tan especial. Aquí comienza una conversación cercana con quien pondrá voz a nuestros sentimientos en este 2025.

¿Cómo te llegó la noticia de que habías sido designado para ser pregonero de la Hermandad para la Romería 2025?
La Junta de Gobierno, como es costumbre, reunida en Cabildo de Oficiales y a unas horas de las que asustan las llamadas, me comunicó que había sido designado pregonero para este año 2025. Ante la llamada de la secretaria, y al pasarme posteriormente con nuestra Hermana Mayor, mi amiga May, acepté muy agradecido, pero aterrorizado.

¿Qué ha significado para ti este nombramiento?
Una gran responsabilidad. Hace casi veinticinco años que ya pregoné a nuestra Hermandad en el patio de los naranjos del Salvador, y ahora, con más madurez pero con el mismo miedo, lo haré de nuevo. Sinceramente, es un orgullo. Entiendo que es un año especial por tratarse del setenta y cinco aniversario del camino como Hermandad filial. Creo que soy un afortunado.

¿Cuál fue tu primer recuerdo relacionado con la Hermandad del Rocío de Sevilla?
Mi amigo Rafa Serna y yo éramos hermanos de Santa Cruz, donde mi padre estaba de Hermano Mayor y el suyo de Diputado Mayor de Gobierno. Nunca habíamos tenido relación con el Rocío, pero un día, casualmente, el que hoy es mi hermano, Manolo Lagares, nos escuchó cantar y nos hizo una prueba para el coro. De eso hace muchísimos años, fue en 1982, y desde entonces jamás me he separado de mi Hermandad de Sevilla. Ese mismo año, Rafa me recogió en una moto en el colegio Claret, en medio de un examen, y nos fuimos sin decir nada en casa al camino. En Mairena del Aljarafe, donde los padres de Rafa tenían una casa, montamos la moto en el remolque de Pepe Ortega y Antonio Álvarez-Dardet, y seguimos para adelante con lo puesto.

¿Cómo has vivido el Rocío a lo largo de tu vida? ¿Ha cambiado tu mirada con los años?
Creo que ya soy un viejo rociero de Sevilla. Desde que llegué, siendo Hermano Mayor D. José Pavón, con el que empecé a hacer el camino, jamás dejé de hacerlo. Gracias a Dios, jamás he faltado a la romería con mi Hermandad. Lógicamente, la vida ha cambiado mucho. Caminábamos muchas menos personas que en la actualidad, pero afortunadamente este paso de los años hizo que Sevilla sea lo que es hoy. Mi mirada sigue siendo la misma: la de un enamorado de la Virgen del Rocío y de su Hermandad de Sevilla.

Tu momento preferido del camino. ¿Cuál es y por qué?
He sido varias veces Alcalde de Carretas y soy un enamorado del ganado, por eso lo que me gusta de verdad en el comienzo de nuestro camino es cuando se enganchan las carretas y cuando se incorporan a la comitiva de la Hermandad. La organización, por parte de las autoridades, ya no permite que nuestras carretas lleguen al Salvador, pero ese era el momento más grande que yo tenía: ver todas mis carretas ordenadas en la plaza, esperando la terminación de la Misa de Romeros antes de comenzar nuestra peregrinación.
Pero todo cambió en el año 2009, año del setenta y cinco aniversario fundacional de la Hermandad, siendo Hermano Mayor José Ramón Candau, y en el que nos presentamos ante la Virgen con veintinueve carretas. Ese momento, como Alcalde Mayor de Carretas, lo llevaré por siempre grabado en mi corazón.

Es la segunda vez que pregonas la Romería de esta Hermandad. ¿En qué se diferencia esta vez de la primera? ¿Hay algo que la haga especial?
La primera vez que pregoné, mi hija acababa de llegar a este mundo. Llevábamos muchos años esperándola y por fin llegó. Estaba recién nacida, pero estuvo presente, y esta vez podrá escuchar lo que su padre siente por su Hermandad de Sevilla, con la madurez de una mujer de veinticuatro años. Eso, para mí, será muy especial.

¿Cómo te enfrentas al reto de diferenciar este pregón del primero?
Es muy difícil. Creo que tengo muchas más cosas que contar y que nunca se acaba de hablar del Rocío. Le pido de corazón a la Santísima Virgen que me ayude para, al menos, no defraudar.

¿Qué mensaje principal deseas transmitir con tu pregón?
Que el Rocío es la Virgen. Que las hermandades deben seguir haciendo ese gran trabajo que realizan durante todo el año con cultos, formación, obra social… para ser merecedoras de llegar ante sus plantas. Y quisiera poder transmitir el orgullo que tengo de ser hermano de Sevilla.

¿Cómo ha sido el proceso creativo y espiritual de elaboración del texto?
Soy un hombre conservador, no creo que muy creativo, pero sí muy creyente, y espero que Dios me ayude a llevar a buen puerto esta tarea encomendada.

¿Hay alguna vivencia especial o recuerdo en el que te vayas a inspirar?
He vivido muchos caminos y de todos ellos tengo muy buenos recuerdos. Seguramente saldrá una mezcla curiosa de los mismos.

Imagino que por muchas circunstancias de la vida, este pregón va a ser muy especial para ti. ¿Has pensado a quién se lo vas a dedicar?
Se han marchado muchas personas muy queridas para mí en todos estos años. Irá por todos, de los que tanto aprendí y a los que tanto les debo. Quiero mandar un beso a mi Hermana Mayor por su valentía, deseándole toda la suerte del mundo. También irá para las dos familias que me enseñaron la verdad del Rocío: mi familia Cabrera y mi familia Díaz de la Serna.
Pero especialmente —y espero que me lo permitáis— quiero dedicárselo a mi mujer y a mi hija. Ellas aguantaron mis repetidas ausencias en mis años como Alcalde de Carretas y Hermano Mayor, por lo que les estaré por siempre agradecido y para decirles que las quiero más que a nada en este mundo.

¿Puedes adelantarnos alguna línea o idea que tenga especial significado?
Sevilla, siempre Sevilla.

Foto: Sergio Montiel Pajares.

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