Llegaste hace un siglo a la imponente y litúrgica Colegial del Salvador. Junto a ti y bajo la majestuosidad de sus naves, tallada junto al barroco de Acosta, se quedó la bonita historia que te ha acompañado a través de estos cien años y que llega hasta nuestros días por la tradición oral. Maravilloso y viejo “documento” a veces inestable, que nos conduce al conocimiento de nuestra propia cultura e identidad.

Una de las primeras imágenes que nos constan de Ntra. Sra. del Rocío

Tenemos que remontarnos a la Sevilla de principio de los años veinte, más concretamente al año 1921, en que se presume la autoría de la Virgen. En ese año, en el aire sevillano todavía revoloteaba el eco fúnebre del tañido de las campanas de la Giralda que doblaron por un torero de raza gitana, hecho insólito promovido por el insigne canónigo lectoral del cabildo eclesiástico, Don Francisco Muñoz y Pavón, quien coronó las sienes de La Esperanza, la primera corona popular de la historia de la Iglesia y fue, también, el principal impulsor de las coronaciones de la Virgen de los Reyes y de la Virgen del Rocío, todo ello enmarcado en un momento en el que la Iglesia tenía que contrarrestar los nuevos movimientos sociales y políticos anticlericales y antirreligiosos ¿No era esta una forma de evangelizar y, así, movilizar y acercar a tantos fieles católicos que se habían alejado de las prácticas religiosas y poder llegar a muchos de los sectores sociales tan distantes del culto católico, que eran, en ese momento, los propagadores de movimientos revolucionarios contrarios a la Iglesia? Con razón fue llamado “canónigo del pueblo”. Desde la ‘madrugá’ de 1921, su pluma, con la que tanto le gustaba acercarse a su pueblo, prendida en el refugio de la Madre, escribe cada Viernes Santo, renglones de esperanza con tinta de rocío. Ese rocío de fe, que empezó a fraguarse al otro lado del río, en la Colegiata del Divino Salvador y, de este forma, abrazar la fe rociera, desde las dos orillas.

Todo ello sería prólogo de la coronación de la Virgen del Rocío y donde entran a formar parte de la historia los protagonistas de nuestro relato: Don José Anastasio Martín Serrano, ganadero, político y empresario, quien fuera concejal del Ayuntamiento de Sevilla y diputado provincial, institución de la que llegaría a ser presidente en 1921 y su hija, Doña Rocío Martín Carmona.

Por encima de todo, de Don José Anastasio sabemos que era un hombre de mucha fe, a la que seguro se aferraría durante los momentos más duros que un padre puede vivir, la pérdida de su único hijo varón a una edad temprana. Era muy rociero por herencia y devoción y de ahí su amistad con Don Juan Luis de Cózar y Lázaro, en aquel momento, párroco de la Colegial y, antes de ello, párroco de Almonte, quien sería uno de los promotores, junto a Muñoz y Pavón, de la coronación canónica de la Virgen del Rocío. Por ello, es en la Colegial del Salvador donde se organizan las reuniones de las Juntas de damas y caballeros, previas a dicha coronación y donde la familia Martín Carmona tiene un destacado papel. Nos consta que Don José Anastasio se sentía muy orgulloso e ilusionado de ser partícipe de tan magno proyecto, llegando a pertenecer a la Junta de caballeros como tesorero, en cuya Junta paralela de damas integró a su mujer, Doña Dolores Carmona García, hija del torero Antonio Carmona El gordito y a su hija Rocío Martín Carmona en calidad esta de secretaria.

La Virgen del Rocío en el altar instalado para la Misa de Romeros en 1951

Un encuentro de fe con la Blanca Paloma

La familia tenía una casa en la aldea almonteña localizada donde hoy en día se encuentra el bar Ermita y donde fue labrado el monumento de la coronación, bendecido el 19 de agosto de 1920. En una de sus estancias en la aldea, Don José Anastasio invita a Don Antonio Leyva a que lo acompañe. Afamado médico sevillano e íntimo amigo de la familia, como así lo atestiguan las reseñas de las bodas de sus tres hijas, encontradas el periódico local El noticiero sevillano, donde aparece como testigo directo por parte de la novia. Don Antonio, como muchos hombres de ciencia, es descreído en lo que a fe se refiere, pero donde no llega la ciencia llega la fe. Durante esa estancia en la aldea, en la casa familiar de su amigo, Don Antonio Leyva es echado en falta. Sin saber donde se encontraba y ante la preocupación por su ausencia, se disponen a buscarlo, hallándolo en el último lugar imaginable, según la condición de descreído que ostentaba Don Antonio. Lo encuentran en la Ermita, totalmente abnegado y arrepentido ante la mirada paciente y comprensiva de una Madre que espera el retorno de un hijo a su regazo, comprendiendo en ese mismo instante, que Ella siempre nos acompaña y no nos suelta de la mano en nuestro peregrinar, cuidándonos e intercediendo por nosotros, para que encontremos y no nos apartemos del camino de la Fe en Cristo y así, hacernos más fácil y llevadero nuestro caminar por la vida.

D. Antonio Leyva, siente un profundo agradecimiento hacia su amigo y su familia, por haber propiciado su encuentro con la Blanca Paloma. Pero, más allá del simple agradecimiento, siente que tiene una deuda moral con la familia. Por ello, decide encargar una réplica de la Virgen del Rocío para el oratorio privado de la casa de los Martín Carmona y que, de esta forma, la familia tuviese la oportunidad de poder postrarse ante las plantas de la Blanca Paloma cada vez que lo necesitasen. Tengamos en cuenta que en 1921, los medios para llegar a la aldea marismeña eran muy escasos y dificultosos, por lo que los rocieros tenían pocas oportunidades de rezar con cierta asiduidad ante la imagen de la Virgen Marismeña. 

Imagen de una de las primeras veces en las que la Virgen fue entronizada en la Carreta

La Virgen llega al Salvador

La talla que encarga D. Antonio Leyva resulta ser de tamaño natural, siendo quizás la imagen vicaria de la Virgen del Rocío más antigua que exista. Después de pasar por el oratorio de la casa familiar de D. José Anastasio Martín, se hizo el intento, sobre finales de 1922, fecha en la que contrajo matrimonio Rocío Martín Carmona, de llevar la imagen al oratorio privado del futuro domicilio de la contrayente, en la calle San Isidoro. Como dicho oratorio no se ajustaba al tamaño de la talla, D. José Anastasio Martín decide hablar con el párroco del Salvador, D. Juan Luís de Cózar y Lázaro (al cual le unía una gran amistad, como ya hemos referido antes, desde que participase junto a él en los preparativos previos a la coronación) para llevar y así poder rendir culto a la Virgen en la Colegial del Salvador. Allí, el párroco, les ofrece el altar de San Rafael, en ese momento vacío. Y allí es donde reside la Virgen del Rocío desde entonces.

No se tenía constancia de la bendición de la imagen ya que la Virgen llegó a la Colegial de manera peculiar y de modo particular, sin que hubiese una hermandad mediando. Sin embargo, la Hermandad ha tenido la dicha de encontrar nuevos datos para gozo de nuestra comunidad de hermanos y de todos los fieles de la Virgen, a través de un artículo reseñado en un periódico local de la época.

La bendición de la imagen de Nuestra Señora del Rocío del Salvador se hace con todo el boato y esplendor que Ella se merece un 12 mayo de 1923, primer día de la novena a la Virgen del Rocío. Esta novena se venía celebrando en la Colegial del Divino Salvador desde los tiempos previos a la Coronación, pero esta vez fue diferente, ya que el altar de plata que la Colegial poseía para las grandes solemnidades fue montado y exornado de flores, coronando la hornacina central con la Sagrada Imagen de la Virgen y no con el habitual cuadro de Cózar y Lázaro, como venía siendo costumbre. Es estrenada para la ocasión, la saya donada por Doña Rocío Martín Carmona, hecha a partir de su vestido de novia. También lucía para la bendición y posterior novena en su honor, alhajas donadas por dicha dama. Después del acto de bendición se celebró la misa que fue seguida y rezada por muchos fieles, oficiada por el deán de Cádiz, Don Francisco Pérez, quien fue el encargado de predicar la novena de aquel año.

Quién talló la imagen de Nuestra Señora

Se encuentra también en el artículo periodístico un dato que se creía olvidado e imposible de rescatar del desván de la memoria de estos 100 años: el nombre de la gubia que talló a la madre del Rocío del Salvador. Según dice esta reseña es un notable imaginero sevillano del que sólo menciona el apellido, Gallego. Haciendo averiguaciones sobre los imagineros sevillanos de principios de los años 20, localizamos el nombre completo del artista, D. José Gallego Muñoz, escultor y tallista con taller en la calle Céspedes.

Desde su llegada en 1922 y hasta la formación de la Hermandad en 1934, cabe destacar la participación de la imagen en la Exposición Mariana de Sevilla de 1929, que tuvo lugar en la Colegiata del Divino Salvador.

Foto: ABC. año 1964. La Virgen ya luce la Corona estrenada en 1956.

Se gesta una Hermandad

Doña Rocío Martín Carmona es la camarera de la Virgen, no faltándole nunca unas velas que alumbren la ternura de su mirada, flores que realcen su belleza, ni rezos y plegarias que alivien nuestros pesares en la tierra. En cada gota de cera, en cada flor, en cada plegaria, se iban albergando sueños de peregrinar a las marismas y postrarse ante la Virgen Marismeña. Sevilla es una ciudad  mariana por antonomasia, que ama a Dios a través de su Bendita Madre y necesita poder reflejar ese amor y esa predilección que se tiene en esta tierra por la Santísima Virgen, en el Rocío de su amor. Y así, después de once años de oraciones y plegarias, un grupo de fieles devotos entre los que se encontraban, como no podía ser de otra forma, la familia Martín Carmona, decide formar una Hermandad en firme, hacia 1933.

Fue ese año, el 14 de septiembre, cuando se eleva una instancia al Eminentísimo Prelado, solicitando la erección en la Parroquia del Divino Salvador de Sevilla, de una hermandad bajo la advocación de Nuestra Señora del Rocío.

El 18 de octubre de 1933, el vicario, D. Jerónimo Armario, comunica a los solicitantes que no procede la hermandad tal y como ellos la conciben, es decir, con romería, a menos que se haga desaparecer de las reglas o estatutos todo cuanto se refiere a ese punto.

Quizás el motivo que llevó al Cardenal Ilundain a tomar esta decisión fue que ya existía la hermandad rociera de Triana y se podía establecer un antagonismo entre ambas, precisamente en un momento de convulsa y delicada situación política, donde no era factible poner nuevas manifestaciones religiosas en la calle.

Después del desencanto inicial, le seguirían nuevos intentos, siendo todos fallidos. No es hasta el 6 de febrero de 1934, cuando se eleva nueva instancia al vicario general, adjuntando dos nuevos ejemplares de reglas, donde se había hecho desaparecer toda referencia a la romería y donde tampoco se refleja ninguna salida de la Titular por las calles de la Feligresía, salvo caso de que se decidiese algún día en cabildo de general, según las costumbres establecidas para las hermandades análogas de gloria de la localidad y dictadas por las autoridades eclesiásticas sobre la materia, como así tal y como lo reflejan las reglas. Finalmente, el 17 de febrero de 1934, el vicario D. Jerónimo Armario decreta la fundación. Estos nuevos estatutos estaban firmados por la comisión organizadora de la futura hermandad: D. José Anastasio Martín, D. José Delgado, D. Emilio Pardo Bernal y D. Segundo de Monte Huidobro.

Aunque eran muchos los sevillanos rocieros que pasaban por la Colegial para postrarse ante Ella y el Salvador de convirtió en paso obligado para todos los rocieros de fuera de Sevilla que visitaban la ciudad, la vida de Hermandad se limitaba a la novena de mayo y la misa del 19 de agosto, según indican las reglas aprobadas el 17 de febrero de 1934. La corporación vivió en aquellos momentos unos años difíciles, teniendo en cuenta que también le afectaría uno de los peores episodios de la historia de una nación, la guerra civil. Fue a finales de 1950 cuando se mandaron a Palacio nuevas reglas, avaladas y firmadas por el entonces párroco del Salvador, D. Andrés Guillen, y donde se introducen referencias a la romería. Por fin las reglas son aprobadas por el vicario D. Tomas Castillo.

Recibo de Sebastián Santos por los trabajos de restauración

Restauración de la Virgen y primera procesión

En 1952 la Virgen es sometida a un proceso de restauración a cargo de Sebastián Santos Rojas, a petición de la familia que tiene cedida la imagen a la Hermandad, ante su posible salida procesional, ya que la talla se hizo para culto privado y sin intención de que fuera una imagen que procesionara. La restauración, que costó seis mil pesetas, fue sufragada por Doña Rocío Martín Carmona, propietaria de la imagen y camarera de la misma, como así consta en el recibo de pago que firma Sebastián Santos Rojas.

Las nuevas reglas recogen que la Virgen debe salir por las calles de la feligresía el siguiente domingo a la romería. Pero no es hasta 1953 y después de pedir autorización al Arzobispado de Sevilla, cuando saldrá por primera vez, haciéndolo el jueves de salida después de la misa de romeros. La Virgen es entronizada en la carreta de plata del Simpecado, llegando hasta San Juan de Aznalfarache donde se dejaba en la parroquia hasta la vuelta. Este hecho tiene lugar debido a que la Hermandad ni tenía, ni podía costear en aquellos momentos, un paso digno para la procesión de la Virgen, por lo que la Junta de Gobierno decide unificar la romería y la salida en procesión de la Titular. Esto ocurriría ininterrumpidamente hasta 1961. En 1964 sale por última vez en la carreta ya que en 1965 la Virgen estrena el Templete.

Misiones Generales de 1965

Otro hecho histórico importante que también cabe destacar, es la participación de la Virgen del Rocío del Salvador en las Misiones Generales de 1965, organizadas por el cardenal Bueno Monreal.

Aquel 28 de enero de 1965, la Sevilla cofrade vivió una de las jornadas más inolvidables de su historia. Hasta 55 hermandades partieron hacia los rincones más apartados de la ciudad, donde se instalaron centros de oración para participar en la Santa Misión. La imagen de Nuestra Madre fue al centro misional ubicado en el monasterio de San Jerónimo. En el periódico nacional ABC de la época, aparece detallado el itinerario de vuelta de la Virgen y los detalles que acontecen; hasta la basílica de la Macarena, donde hace estación, es portada por los fieles del barrio de San Jerónimo y de la basílica hasta el Salvador la portarán los cofrades y devotos, haciendo nueva estación y canto de la Salve en el convento de las Esclavas del Sagrado Corazón.

Entre lirios y claveles, entre rezos y plegarias cantadas, entre misas de romeros y villancicos de campanilleros llega hasta nuestros días, caminado junto a Ti, la bonita y singular historia que ha sido compañera en tu peregrinar a través de estos Cien años de Vida, Cien años de Fe, Cien años de súplicas, de gracias y oración, Cien años de amor, suscitando la presencia Divina de Cristo, sólo con decir tu nombre… ROCÍO DEL SALVADOR

MARIA VICTORIA MUÑOZ RUIZ                               

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